martes, 14 de mayo de 2024

Educación y cuidados: caras de la misma moneda en Educación Parvularia

Durante el gobierno anterior (de Sebastián Piñera) se presentó al Congreso el Proyecto de Ley de Sala Cuna Universal. El actual gobierno repuso su tramitación.

El proyecto original en lo fundamental consiste en crear un fondo solidario con los aportes del 0,1% de la remuneración de todos los trabajadores para resolver las necesidades de cuidados de los hijos menores de 2 años de las mujeres que trabajan. Cada una recibiría un monto aproximado a los $ 300.000, pudiendo optar matricular a sus hijos en salas cunas privadas o dejarlos a cargo de una guardadora acreditada como tal por el Estado. El proyecto no hace referencia a los niños y niñas y tampoco a la red pública de Educación Parvularia.

El principal beneficiario de este proyecto es el empresariado que recibirá un subsidio del Estado para cubrir el gasto de sala cuna de sus empleadas, en circunstancias que hasta ahora por ley recae en ellos cuando hay más de 20 trabajadoras en la empresa: sería una oportunidad para la educación privada y cadenas de salas cunas particulares, que captarían a niños y niñas subvencionados por el Estado asegurándose un lugar en la oferta de Educación Parvularia.

El Proyecto de Ley de Sala Cuna Universal, tal cual está hoy, debilita a la educación pública. Habrá una fuga de niños al sector privado y a la modalidad de cuidados en casas. Esta última, imposible de asesorar y supervigilar técnicamente. No existe institucionalidad para tamaño desafío a nivel nacional, lo que no aseguraría la calidad del servicio y el debido resguardo de niños y niñas. Se trata de una mala política pública para resolver un problema real y sentido por las familias y las mujeres trabajadoras desde hace muchos años.

Pero es fácil echarle la culpa al empedrado. El proyecto de Ley de Sala Cuna Universal toma fuerza en gran medida porque parte de la institucionalidad de Educación Parvularia no ha dado respuesta a la necesidad de la población, dejando fuera a una franja importante de niños y niñas hijos de mujeres trabajadoras.

Resistencia al cambio

La JUNJI (Junta Nacional de Jardines Infantiles) nace en 1970 producto de un movimiento de mujeres que por años abogó por una política pública que ofreciera alternativas de cuidado de sus hijos, para ellas incorporarse al mundo laboral. Con el tiempo, JUNJI se transformó en una de las más prestigiadas instituciones de Educación Parvularia de Latinoamérica. Dio respuestas oportunas y diferenciadas a realidades diversas, diseñando modalidades alternativas de atención (jardines comunitarios, programas radiales, educadoras itinerantes en localidades con alta dispersión geográfica, salas cuna en los consultorios, jardines infantiles en comunidades indígenas…), múltiples iniciativas que demostraron su flexibilidad y capacidad de respuesta a las necesidades del momento. JUNJI llegó a tener un arraigo y reconocimiento en las comunidades similar al que tuvo el sector salud con la expansión de la atención primaria.

A partir de los años 90, con el aumento significativo del empleo femenino, se va generando una nueva necesidad: la atención de los niños y niñas de salas cuna y jardines infantiles en horarios pertinentes a la jornada laboral. El único intento desde el Estado por dar solución a este problema se dio en la década de los 90, con el Programa de Extensión Horaria (ampliación de la jornada de atención, desde las 16:30 hasta las 19 horas). Por esos años fue una experiencia piloto del SERNAM (Servicio Nacional de la Mujer, ahora ministerio), que luego asumiría la política pública.

Si embargo, el sector ha tenido resistencia al cambio y a la actualización. En el caso de JUNJI, esta política no fue adoptada de manera decidida por la institución, con presupuestos restringidos, falta de recursos humanos, bajas remuneraciones y, en paralelo, resistencia de parte del personal y de algunos gremios, lo que da como resultado la suspensión de nuevas aperturas de extensiones horarias en los jardines infantiles y salas cunas.

En esta oportunidad, la institución no fue capaz de leer las nuevas necesidades de la población, sin modificar y sin adaptar el funcionamiento de sus jardines infantiles y salas cunas para satisfacer oportunamente la demanda. Entonces, los horarios de entrada y de salida no se condicen con los horarios del trabajo de las familias. Se naturaliza así que los niños y niñas entren a las 8:30 y se retiren a las 16:30 horas.

Una falsa dicotomía entre educación y cuidados

A la par de esta disfuncionalidad, se levanta un discurso técnico que toma mucha fuerza en el sector: “los jardines infantiles son establecimientos educacionales y no de cuidados”, “no son guarderías”. A la base de este planteamiento hay una falsa dicotomía entre educación y cuidados. ¿Qué hace la diferencia? ¿Una educadora o una técnica que interactúa con un niño o niña se relaciona en forma distinta si está “educando” o “cuidando” si lo hace en un tramo horario u otro? Educar es cuidar y cuidar es educar: disociar ambas dimensiones al interior de una institución educativa no es presentable.

Está comprobado por diversos estudios que el desarrollo y aprendizaje de los niños y niñas entre 0 y 3 años se sustenta en las interacciones que establecen con los adultos, en el vínculo afectivo, en el desarrollo de relaciones de apego con figuras significativa. En entornos afectivos, acogedores, amables, centrados en los niños y niñas, en el que se potencian las conductas exploratorias, la socialización y la autonomía. Tratar de trazar una línea entre la educación y los cuidados es forzado; educar no es solo hacer pedagogía: educar en la primera infancia también tiene una función social.

Un sistema educativo superado por la tecnocracia

Entre otras razones, la base de esta dicotomía es un enfoque tecnócrata que se ha ido instalando progresivamente en la Educación Parvularia: pareciera que lo “educativo” se juega en los instrumentos, en las planificaciones, en las evaluaciones, en los sistemas de control. Los niños supuestamente aprenden cuando hay planificaciones, cuando los objetivos están bien planteados cuando los indicadores dan cuenta del cumplimiento de metas, cuando opera la normativa y los protocolos. Existe la mala comprensión de que el cuidado “desprofesionaliza” el servicio educativo. Habría que preguntarse cuánto la burocracia técnica ha contribuido a la mejora de la calidad o cuánto ha distraído a los profesionales y técnicos de lo esencial: la educación y cuidado de los niños y niñas.

Una mirada segmentada de la política pública

Desde una perspectiva intersectorial e integral de las políticas públicas, la sala cuna es un servicio que no se agota en las actividades pedagógicas. Es una oportunidad para que los niños se desarrollen y aprendan, pero también debe serlo para la incorporación de las mujeres al mundo del trabajo y contribuir al bienestar de las familias. En una perspectiva territorial, es un servicio para la comunidad en el que los niños y las niñas son el centro, el foco de la política, pero situados en un contexto que la Educación Parvularia no puede soslayar.

El Proyecto de Ley de Sala Cuna Universal debilita a la educación pública y es un camino fácil para la precarización de la educación inicial.

Robustecer el sistema público

Lo que corresponde hoy es tener un sistema público robusto, flexibilizar los horarios, dotar de profesionales y técnicos que tengan asignaciones especiales por el trabajo en jornadas extendidas y poner a disposición todos los insumos que permitan ofrecer un servicio de calidad en horarios funcionales para la familia.

La institucionalidad debe abrirse a la atención en medias jornadas. Así como hay familias que requieren jornada extendida, hay otras que quisieran ingresar a los niños a la sala cuna pero que no requieren o no desean tenerlos todo el día. Mujeres que trabajan en media jornada que desearían estar el otro medio día con sus hijos e hijas. La atención en media jornada es un potencial factor de crecimiento y aumento de matrícula en Educación Parvularia. El funcionamiento de las salas cunas y jardines infantiles debe ir a la par de los cambios experimentados por la sociedad.

Es ineludible la contratación de transportes escolares intercomunales que permitan resolver definitivamente la realidad de jardines infantiles con listas de espera, mientras que en la misma comuna o en otras aledañas hay sillas y cunas vacías. Frente a la movilidad de la población, que por lo demás es un fenómeno no siempre predecible, es el sistema el que tiene que adecuarse y asegurar la atención de los niños y niñas velando porque no haya recursos del Estado subutilizados.

Es necesario que las actuales autoridades del sector se pronuncien respecto de este proyecto; remirar la actual oferta institucional, de manera que esta iniciativa de ley, así como el anuncio de un programa nacional de cuidados por parte del de gobierno, fortalezca a la educación pública.

Lecciones hay a la vuelta de la esquina. Si el Proyecto de Ley de Sala Cuna Universal se aprueba tal cual está formulado, la Educación Parvularia se verá afectada, así como las escuelas a propósito de la educación particular subvencionada. Será un sistema inequitativo, con recursos del Estado que se van al sistema privado en circunstancias que tiene su propia institucionalidad, que cuenta con muy buena infraestructura a lo largo de todo el país (gracias a la prioridad a la primera infancia que le dio la Presidenta Bachelet en sus dos mandatos) y con todos los dispositivos técnicos y de supervigilancia que amerita la educación y cuidados de los niños y niñas.

La Educación Parvularia pública debe crear condiciones para acoger a todos los que lo necesiten, independiente de las razones y motivaciones que tengan las familias para ingresarlos al sistema, asumiendo que el cuidado es parte constitutiva de la educación en los primeros años de vida.

Fuente: ELDINAMO https://bit.ly/3X2KAg7

Antonia Cepeda

Educadora de Párvulos. Ex directora técnica de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI).

 

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